Monday, May 21, 2007

18/05/07 White HouseBorder Security and Immigration Reform

http://www.whitehouse.gov/infocus/immigration/

El Perú más allá de sus fronteras: oportunidades de negocio

Publicado en Peru Economico, Diciembre 2006.

Carlos Rueda y Edgar Salgado (Universidad del Pacifico)

Hogares globalizados


Hugo y Jonathan nacieron en Huacho y son amigos desde la infancia que transcurrió en esa ciudad. Hugo se fue hace 5 años a trabajar a Japón y hace unos meses le ha enviado dinero a su esposa para que instale un negocio de cabinas de Internet. Hugo, además, viene solventando la educación de una de su hija en una de las mejores universidades en Lima. La semana pasada, él vino al Perú por unos días a visitar a su familia y, entre unas cervezas y recuerdos de la infancia con Jonathan, éste último ha decidido aceptar la ayuda de Hugo para emigrar a Japón y trabajar en ese país por un tiempo. Jonathan está casado y tiene una hija de cinco años y un hijo que debería postular a la universidad el próximo año, pero no encuentra un trabajo estable ni en Huacho ni en Lima.


Así, Jonathan está a punto de formar parte de los 2.5 millones de peruanos que viven en el exterior. A pesar de la lejanía geográfica, estos peruanos se encuentran emocional y económicamente muy ligados con sus familias en el Perú. Por ejemplo, un reciente estudio [1] muestra que, de cada 10 peruanos en el exterior; 8 han dejado a su pareja en el Perú; 6 a sus padres; 5 a sus hermanos; y 2 a sus hijos. En términos generales, 9 de cada 10 peruanos ha dejado un pariente cercano en el país. Además, en el caso de que Jonathan mantenga una comunicación constante con su esposa y su hijo, formaría parte del 93.84% de peruanos que se comunican con sus familiares en el Perú. Jonathan, gracias a la ayuda de Hugo y a sus habilidades como mecánico, se encuentra bastante confiado de conseguir un empleo en Japón y de no formar parte del reducido 4.33% de peruanos que se encuentran desempleados en los países de destino.


Aproximadamente el 10% de los peruanos se encuentra en el exterior. Ellos pagan las compras de alimentos de sus familias y la educación de sus hijos por internet, adquieren su departamento en Lima desde los países en los que trabajan, “chatean” e intercambian correos electrónicos con sus familiares, realizan transacciones electrónicas hacia el Perú, visitan a sus familias frecuentemente trayendo consigo hábitos y necesidades nuevas, aprovechan para realizarse operaciones y tratamientos médicos durante su estancia en el Perú, animan a sus familiares y amigos a aprender otro idioma, instruirse en algún oficio y salir a trabajar fuera del país, entre otras cosas. Sin duda, las familias peruanas se están globalizando –más que a causa de acuerdos comerciales y empresas transnacionales– por los vínculos cotidianos, económicos y culturales que mantienen los peruanos en el exterior con sus familias. Jonathan, probablemente, no sea consciente de ello pero lo percibe: sabe que fuera del país puede generar mejores ingresos y oportunidades para él y su familia. Así, no hace más que lo que cualquier libro de texto sobre economía internacional predeciría: emigrar en busca de mejores salarios.


Lo más llamativo: las remesas.


Cada cierto tiempo oímos en noticias y seminarios frases como: “las remesas al Perú para el 2007 llegarían a los US$ 3,000 millones”, “las remesas han superado la Inversión Extranjera y la ayuda oficial para el desarrollo”, “las remesas son importantes para aliviar la pobreza”. Es evidente que desde distintos ámbitos se vienen implementando importantes esfuerzos para el aprovechamiento de estos flujos de dinero. En ese sentido, los organismos internacionales las cuantifican, caracterizan e invierten en proyectos, los bancos y empresas de “money order” intentan ganarle mercado a las enviadas por fuera del sistema financiero, a la par de que algunos gobiernos se esfuerzan para que estas tengan un impacto efectivo en el bienestar futuro de las familias receptoras.


Algunos bancos –como el Banco de Crédito e Interbank–, empresas de “Money order” –como Western Union, Money Gram y Jet Perú– y microfinancieras ya se encuentran en el negocio de las transacciones. No obstante, poseen solo el 37% del mercado de envíos, aún el 63% restante se envían por canales fuera del sistema financiero. Existe todavía mercado por ganar. Adicionalmente, en caso de que la frecuencia de los envíos de dinero de Jonathan sea constante y significativa, los servicios financieros ofrecidos por los bancos a Jonathan o su familia podrían contribuir a “apalancar” las remesas con: cuentas de ahorro, créditos para negocios, consumo, vivienda o educación, seguros de vida y salud, entre otros.


Pero no se debe caer en el facilismo de pensar que las remesas –y sus derivados– constituyen el único elemento llamativo de este fenómeno. Existe mucho más.


Descubriendo una economía


De acuerdo con cifras del BID, los peruanos enviaron en el 2005 alrededor de US$ 2,495 millones en remesas. Si bien esta cifra es mayor a la IED recibida por el país, tan sólo constituye una proporción de los ingresos de los peruanos en el exterior. Por ejemplo, para el caso de los latinoamericanos en EE UU, el dinero enviado por remesas representa poco menos del 10% de sus ingresos laborales [2]. Es decir, los inmigrantes latinoamericanos en EE UU –incluyendo a los peruanos– consumen, invierten o ahorran el 90% de sus ingresos en las ciudades donde laboran.


Un cálculo grueso nos podría ayudar a aproximar la magnitud económica del fenómeno. Si asumimos que el 62.65% de peruanos envían remesas [3] y que, de los que envían, estos destinan el 10% de sus ingresos para los envíos de remesas al Perú, podríamos aproximar que, durante el 2005, los peruanos en el exterior generaron un ingreso de US$ 39,824 millones. Esta cifra –que podría estar sobreestimada– equivale al 50% del PBI del Perú generado en ese mismo año.


Estamos seguros de que para los lectores de espíritu emprendedor surgirían naturalmente varias preguntas: ¿en qué gastan o invierten el 90% restante de sus ingresos?, ¿qué alimentos compran?, ¿qué bebidas toman?, ¿para qué motivos ahorran?, ¿cómo ahorran?, ¿cómo se informan sobre el Perú?, ¿cómo se divierten o entretienen?, ¿piensan regresar o invertir en el Perú?, ¿en qué gastan cuando visitan el Perú?, ¿qué les preocupa de sus familiares en el Perú?... En síntesis, las oportunidades de negocio en torno a la economía que representan los peruanos en el exterior son muchas. Para este mercado, los emprendedores peruanos tendrán que idear formas de sobrepasar la barrera geográfica, no obstante, poseen a su vez una ventaja competitiva innata: los demandantes son peruanos ligados a sus familias en el Perú.


El gobierno salvadoreño se dio cuento de este fenómeno. La evidencia: una demanda creciente por productos originarios de El Salvador (los llamados ‘productos nostálgicos’), generando un impulso a los productores de ese país además de crear oportunidades de nuevas empresas en EE UU, relacionadas con el proceso de distribución entre los productores nacionales salvadoreños (artesanos y grandes productores) y los consumidores nostálgicos del otro lado del océano. Ante ello, por ejemplo, el gobierno de El Salvador incluyó productos de potencial comercialización y explotación en la agenda de negociación del tratado de libre comercio con los Estados Unidos.


Comercio de aquí para allá


Imaginemos ahora a casi 2.5 millones de personas como Jonathan, que les encantaría desayunar con el queso mantaro de acompañamiento, y almorzar un seco norteño que incluya entre sus ingredientes el sabroso zapallito loche. La idea de llevar productos hacia esos peruanos deja de ser meramente nostálgica y adquiere ribetes de rentabilidad.


Evidentemente, la gama de productos que se ofrecen a los inmigrantes peruanos se extiende más allá del sector culinario: turismo, vivienda, educación, créditos, microcréditos, seguros, etc. La idea central de esto recae en el hecho de aproximarles el Perú a los inmigrantes, ya sea con la oferta de productos nacionales, opciones de productos financieros que les permitan canalizar de manera más efectiva sus recursos, pasando por seguros de repatriación que le permitan ser enterrados en su país de origen en caso de muerte, hasta incluso pagar desde distancia la educación de sus familiares, o de ellos mismos. Por ejemplo, imagine, lector, ¿acaso Jonathan no estaría dispuesto a pagar $200 para presenciar por internet la fiesta de cumpleaños de su hija menor? Seguramente, las alternativas van creciendo dentro de su imaginación.


Si nos ordenamos un poco, podríamos clasificar el consumo en dos tipos: en el país de destino del emigrante (Japón, para el caso de Jonathan) y en el país de origen del emigrante (el Perú). Dentro del primer grupo, se encuentra el consumo “nostálgico”, la aproximación de los productos oriundos a los inmigrantes peruanos. El estudio antes mencionado muestra un ranking de los productos nacionales más demandados entre los peruanos inmigrantes encuestados:


Ranking de 10 productos peruanos más demandados

(porcentaje del total de encuestados)

Fuente: Encuesta IDEI-PUCP, OIM, MRE 2006


Personas como Jonathan van a representar un mercado permanente por productos peruanos, sobrepasando modas o temporadas de entusiasmo por los conceptos peruanos (un peruano no deja de ser peruano así utilice un polo GAP y hable el inglés mejor que Frank Sinatra).


De otro lado, el segundo tipo de consumo, el realizado en el país de origen, se sustenta en las relaciones que mantiene el inmigrante y su familia. Evidentemente, este consumo gira alrededor de la remesa. Las entidades financieras pueden interesarse en ofrecer productos como créditos para vivienda y educación, seguros de vida y de salud (muy populares en el caso de los países centroamericanos), pagos a distancia: es sabido que tiendas E. Wong manejan un sistema mediante el cual el inmigrante puede realizar pagos vía internet para asegurar una canasta de productos a su familia. Estos peruanos también son turistas (el 52.16% visita periódicamente el Perú).


Alternativamente, más allá del consumo, se puede pensar en términos de inversión. ¿Acaso los inmigrantes no están interesados en hacer crecer el dinero ganado fuera de su tierra? Si piensan regresar –el 47.16% piensa hacerlo–, ¿no podrían convertirse en potenciales micro empresarios? Nuevamente, las entidades financieras pueden crear líneas de crédito orientadas a personas con este perfil. Adicionalmente, ¿qué tanto se preocupa un inmigrante como Jonathan sobre sus ingresos futuros? Dado que ahora accede a un trabajo, ¿por qué no acceder también a un fondo de pensiones?, ¿por qué las AFP no les podrían facilitar uno, quizá, a través de aportes voluntarios?


Si Jonathan decide partir, ¿porqué no permitirle que se lleve al Perú consigo?, que no lo deje de lado y consuma extraterritorialmente, ¿exportarle el Perú a Jonathan? –bajo este esquema, sería extraño hablar de exportaciones de productos nacionales a peruanos residentes en el extranjero–. Jonathan, así, puede seguir siendo cotidianamente peruano: trabajar durante la mañana en una fábrica en Japón y regañar a su hija por la tarde en caso de no esforzarse en los estudios en la universidad limeña. Regresar por la tarde agotado de un sobretiempo laboral, y comerse un arroz con pato peruanísimo, mientras revisa los papeles para el crédito de vivienda que ha solicitado a un banco en Perú, para luego leer el estado de cuenta de su fondo de pensiones en una AFP peruana. Y si le sobra tiempo, terminar de programar sus vacaciones al Cuzco con su familia (después de todo, también es un turista). ¿Por qué no?


1 Proyecto: “Fortalecimiento a la política de vinculación de los peruanos en el exterior”. Encuesta piloto de caracterización del peruano en el exterior. IDEI-PUCP, OIM, MRE 2006.

2 BID

3 Proyecto: “Fortalecimiento a la política de vinculación de los peruanos en el exterior”. Encuesta piloto de caracterización del peruano en el exterior. IDEI-PUCP, OIM, MRE 2006.